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Investigaciones

Algunas pioneras del cine mudo peruano

Stefania Socha

2 setiembre de 1898 - 22 agosto 1958 [fechas posibles]


Antes de los años ochenta la historia del cine peruano se hizo principalmente en base a entrevistas a cineastas pioneros y sin recurrir a las fuentes periodísticas de la época. Incluso en 1990, el libro ampliamente documentado de Ricardo Bedoya 100 años de cine en el Perú.....una historia crítica, atribuía la película Los abismos de la vida al prolífico director chileno Alberto Santana, Sin embargo, algunos años antes habíamos encontrado entre los ambulantes del centro, una revista peruana de los veinte donde se publicitaba el filme que incluía la foto de la directora y productora del mismo: Stefania Socha. Reprodujimos dicha página en la revista de cine “El Refugio” que editamos con algunos amigos. Las imágenes de la película eran intrigantes, sugerían una trama ágil y llena de peripecias, una realización fresca y desenfadada. Ambientes bien definidos e interesantes,  personajes arquetípicos. Claramente estaban la chica ingenua pero moderna, casi una flapper; el torvo conquistador; un oriental lascivo y el tímido admirador de la chica. Algún jovencito disfrazado de anciano señalaba el amateurismo de la producción.

Tiempo después encontramos un cierto número de artículos periodísticos que nos permitieron tener un idea más clara de la trayectoria de Stefania Socha. Polaca, llegó a Lima hacia 1926, acompañada del Arq. Grabrowski. En ese entonces la vida social de la capital se concentraba en un número muy limitado de locales y cafés y Socha llamó inmediatamente la atención con su forma de vestir masculina, su pelo corto y su independencia. Aparentemente, en Varsovia había trabajado en el teatro y la ópera y pronto en Lima creó una academia de actuación para cine cuyo promisorio nombre era “Perú Film”. En otros países de Sudamérica, como Brasil, las escuelas de cine jugaron un papel muy importante. Ellas formaban técnicamente a los jóvenes aficionados y financiaban las películas con lo que ellos mismos estaban dispuestos a pagar para salir en la pantalla. Pensamos que probablemente entre sus primeros alumnos estuvo Enrique Cornejo Villanueva, director del segundo largometraje peruano de ficción Luis Pardo. En marzo de 1929, el periodista que la entrevista, habla de 40 alumnos presentes en la academia y de un proyecto de película, El amor de la gitana. En cambio, algunos meses después, para el 31 de octubre, se anunció el estreno de Los abismos de la vida. Si los actores eran todos jóvenes salidos de la academia, para los elementos técnicos Socha buscó a profesionales: el guión pertenecía al periodista y poeta Julio Alfonso Hernández y la cámara la hizo Luis Ángel Scaglione, fotógrafo argentino que había participado como asistente de Enzo Longhi en La Perricholi y de Pedro Sambarino en Luis Pardo. Entrevistado por un diario antes del estreno, el escritor diría:

El argumento ha sido escrito para utilizar las facultades y los conocimientos de los alumnos de la academia anexa a la Perú Film Company. Ha habido, pues, que sacrificar muchas cosas ante la imposibilidad de poder realizarlas con artistas debutantes y con carencia de elementos y de recursos (...) Yo no he intervenido en la filmación. Mi labor ha sido exclusivamente la de escritor. Hice el argumento y lo pase a manos de la señorita Socha que es quién ha corrido con la dirección de la obra, desde seleccionar y adiestrar a los artistas, hasta la elección de los escenarios

[El Tiempo, 11 de agosto de 1929]

La protagonista de la película era Berta, una chica de buena familia, huérfana de madre, que se enamora de su chofer, un tipo sin escrúpulos. Ella queda embarazada. El chofer la lleva donde un herbolario chino para que la haga abortar. Más tarde, habiendo averiguado cuál es la situación de la familia de la chica, decide acercarse al padre. A través de las informaciones recogidas por un jardinero infiltrado en la mansión, logra convertirse en su socio y planea casarse con Berta.

Por su parte la joven ha entrado en un círculo vicioso de deudas y agotada su herencia materna recurre al herbolario, quien se entera de todo y decide matar al chofer. Al verse descubierto intentando envenenarlo en un bar, le dispara y luego se mata.

La policía devuelve a Berta a su casa, donde descubre el amor tímido del secretario de su padre, con el que luego de recuperarse se casará. [Manuel Salomón Quiroz, “El Tiempo” 8 de marzo de 1930]

La película tuvo éxito, estando en el cine de estreno dos semanas, para seguirse proyectando en las salas periféricas aun a inicios del 1930. La crítica apreció el film como un esfuerzo aceptable, casi bueno:

El señor Julio Hernández, autor del argumento de la película nacional Los abismos de la vida a fuer de periodista, tiene altamente pronunciado el sentido del sensacionalismo. A un escándalo social se refiere su obra. Del cinema americano toma dos cosas: el realismo, la fotograbación de lo que pertenece a la vida cotidiana y, al mismo tiempo, cierto romanticismo dentro del cual los malos son malos (y a veces tienen bigotito) y los buenos son buenos. Seguimos así, paso a paso, la tragedia de la vida de la señorita Iturregui y su final redención. Esto no deja de tener cierto interés y además los intérpretes se desempeñan mucho mejor de lo que esperábamos, inclusive el que hace de herbolario chino que acierta en verdad.
[Mundial 8 de noviembre de 1929]

Julio Alfonso Hernández, a cuyo cargo ha corrido el argumento de la obra, se nos muestra acertado y preciso en sus leyendas, sucediendo a las escenas oportunamente y haciendo de esta película una fina y punzante ironía a lo Eça de Queiroz, de todas estas pequeñas grandes tragedias en las que intervienen los personajes más típicos de nuestro ambiente.

[El Mundo 14 setiembre 1929]


A algunos el argumento pareció un tanto escandaloso:

La técnica de la película es de un tinte eminentemente francés. Hay en ella el sello de las películas filmadas en París, que contrastan un poco con el ambiente limeño en donde se ha filmado...
[Manuel Salomón Quiroz, El Tiempo del 8 de marzo de 1930]

Los abismos de la vida pasa como ensayo. Sus escenas están bien filmadas. Un poco larga y cansada, pero teniendo en cuenta nuestros elementos deficientes, puede ser aplaudida por su aspecto industrial y artístico. Pero en cuanto al fondo, es de un crudo realismo impropio de un país nuevo, en formación pujante y de amplio porvenir.
[Revista del Touring Club Peruano, enero de 1930]


Como era la práctica de la época, la crítica habla principalmente del argumento, del trabajo del guionista y de los actores: muy poco se dice acerca del trabajo de la directora.

Sin embargo la película Los abismos de la vida señaló el camino que iba a seguir la breve estación de cine mudo peruano. Hay que considerar que esta película era prácticamente el cuarto largometraje de ficción realizado en el país. Dado su éxito, el director Alberto Santana encontró productores dispuestos a apoyarlo en la realización de varios melodramas de corte similar (aunque llevados a la oposición entre el campo y la ciudad, típica del cine mudo latinoamericano). Así, antes de Los abismos..., Santana había dirigido Como Chaplin, una comedia con toques sentimentales. Después, realizaría Mientras Lima duerme, Alma peruana y Las chicas del Jirón de la Unión (todas en 1930). A ellas se suman La última lágrima y La huérfana de Ate. Además Santana recurrió a algunos de los actores formados en la academia de la directora polaca y en algunos casos, también al método de organización: quien quiere actuar en la película, debe pagar. De entre los jóvenes alumnos de Socha, Mario Mussetto no sólo actuó en alguna película, sino que dirigió también (La banda del Zorro), siempre en 1930.

La Perú Film y Stefania Socha no lograron realizar otra película. En marzo de 1930 en una nueva entrevista periodística comentaba que había estado en provincias (seguramente llevando su película: en un mercado pequeño como el peruano de las películas nacionales se realizaba una sola copia). Aseguraba que estaba estudiando algunas historias típicamente peruanas para su próximo proyecto. Nunca se supo nada más de ella. Ese año de 1930, come se ha apuntado, se produjo casi una saturación de producciones peruanas, pero fue además el año en el que el cine sonoro llegó a Lima con fuerza, acompañado por la gran depresión del 1929 que finalmente nos alcanzó, haciendo caer al gobierno y sumiendo la capital en un caos político lleno de esperanzas: el dictador Leguía había durado once años. Así, a partir de 1931 el cine mudo peruano desapareció, dejando un vacío que llenaría el sonido tan solo en 1934.

Buscando informaciones posteriores sobre Stefania Socha, sólo hemos podido encontrar a una actriz polaca del mismo nombre, trabajando en Varsovia hacia 1952. Podría ser ella: esperamos que este breve artículo pueda despertar la curiosidad de algún investigador polaco hacia esta importante figura del S. XX.

Mario Lucioni & Irela Núñez

Teresita Arce

Teresita Arce como "Purificación Chauca"
La figura de Teresita Arce supera ampliamente el marco del cine peruano, y abarca el de todo el espectáculo peruano del S.XX. Su nombre completo habría sido Teresita Arce-Bouroncle O’Higgins. Hija de un artista (se dice que su padre era guatemalteco, pero el dato no es seguro) habría empezado a cantar y actuar desde niña. Las primeras notas periodísticas que hemos encontrado acerca de ella son del 1916, y se la menciona como dama joven de una compañía de teatro burgués. En 1920 se habría casado con el Ingeniero irlandés Reiley, con quien tuvo dos hijas. La relación no duró mucho y abandonó la familia. En 1922, cuando su fama comienza a crecer, el fotógrafo y pintor Luis Ugarte la llama para interpretar Camino de la venganza (también conocida como Juanacha o La venganza del indio, su título de trabajo) en el que interpreta a una joven indígena. Mc Donald, un odioso administrador de minas, violento y explotador, es culpable de la muerte de la esposa de uno los mineros, el indio del título provisorio. El ingeniero es condenado pero logra huir, llevándose a Juanacha (Teresita Arce) hacia la capital, donde intenta seducirla / corromperla (la ciudad es el espacio de la corrupción campesina/femenina en varias otras cintas peruanas), sin lograrlo. Al final Mc Donald es asesinado por el minero viudo.

Camino de la venganza es el primer largometraje peruano de ficción.

Algunos años después, ya convertida en una estrella del teatro popular y empresaria de su propia compañía, actúa en Luis Pardo, como la virginal novia del simpático bandido inmortalizado por la música criolla (en la que el filme se inspira). A diferencia del filme anterior, de éste han sobrevivido algunos materiales, descartes y copiones que nos permiten ver a la actriz. En una entrevista realizada en los años setenta, el director de la película, Enrique Cornejo Villanueva, recordaba que había elegido a la actriz por su mirada pícara y su fuerte carácter y contaba como anécdota que ella se había negado a filmar escenas de besos.

El resto de su carrera se desarrollará siempre en el teatro de variedades, donde crea a su personaje de la “Chola Purificación Chauca”, y en la radio, en la que será popularísima incluso hasta los años sesenta. Su último proyecto cinematográfico será Las desheredadas de la suerte, largometraje abortado de Alberto Santana, que intentaba llevar el criollismo al cine sonoro peruano.


Mario Lucioni & Irela Núñez

Bibliografía
BEDOYA, Ricardo; 100 años de cine en el Perú: una historia crítica, 1993, Universidad de
Lima, Instituto de Cooperación Iberoamericana,
Mario Lucioni, “Pedro Sambarino, un pionero trashumante”. Lima, 1992, El Refugio, Revista
de cine, año 1, nº 3, pp. 51-60.
Diarios y revistas de la época



Maria Isabel Sanchez Concha Aramburú
Lima 1889 - 1977
María Isabel Sánchez Concha
Escena de la película Del manicomio al matrimonio

La presencia de la escritora María Isabel Sánchez Concha –o Belsarima o Marisabidilla- en el pequeño ambiente cultural de la Lima de los años 10 se extendía de las conversaciones de salón a las veladas bohemias e intelectuales celebradas en ambientes más públicos como las salas teatrales, actividades que puntualmente serían detalladas por las revistas ilustradas como “Variedades”, perteneciente a la editora La Crónica.

Es su fuerte personalidad y la potencia del medio escrito que sirven para promover el naciente cine argumental en Lima, inaugurado el 5 de abril de 1913 con Negocio al agua, de Jorge Goitizolo y Federico Blume –asimismo un reconocido autor teatral-, film producido por la Empresa del Cinema Teatro. La empresa exhibidora concurrente, Compañía Internacional Cinematográfica, decide de realizar el argumento de Sánchez Concha, Del manicomio al matrimonio, confiando la cámara al fotógrafo francés Fernando Lund, colaborador también de la empresa La Crónica, y que filmaba desde 1910 con la empresa del Teatro Olimpo y, al cesar ésta, con la citada empresa de Juan Armengol desde 1912. Interesante iniciativa la de fundar el cine de ficción nacional basándose en autores teatrales peruanos, jóvenes y ligeros, estableciendo una continuidad con el moderno teatro limeño, atrayendo el público “cinéfilo” hacia el teatro y viceversa, idea presente en el ambiente ya desde 1909. Como era la usanza de la época, para las actuaciones reclutaba la presencia de jóvenes de sociedad, incluso los hermanos de la escritora.

Del manicomio al matrimonio es una comedia de enredos familiares. Edmundo Alamares, un escritor totalmente dedicado al trabajo, se enamora de una prima, alumna de su padre. Consigue regalarle un anillo de compromiso antes de que el celoso hermano de ésta lo golpee y el enamorado pierda la razón. Un médico sin escrúpulos interna al muchacho en un manicomio solo para cobrar la renta y desentenderse de èl. Pero el enamorado logra escapar. Con la ayuda de la novia logra desenmascarar a los impostores, lo que permite la reconciliación con el futuro cuñado y el matrimonio de la pareja.

La película –junto a otras piezas escénicas- se presentó el 11 de julio de 1913 en el Teatro Municipal en una velada organizada por mujeres y la prensa destacó el éxito de la función.

No tenemos noticia de la participación ulterior de María Isabel Sánchez Concha en el cine. Pero su hijo Enrique Pinilla, heredero de la versatilidad de la madre, fue musicólogo, realizador audiovisual, crítico de cine y compositor de la banda sonora de algunos films peruanos y fundador y profesor de la Escuela Superior de Cine y televisión de la Universidad de Lima.


Mario Lucioni & Irela Núñez

Bibliografía:
BEDOYA, Ricardo, 100 Años de cine en el Perú: una historia crítica. Lima: Universidad de Lima e Instituto de Cooperación Iberoamericana, 1992
Diarios y revistas de la época


Angela Ramos de Rotalde
Callao, 6 de junio de 1896 – Lima, 26 de julio de 1988

Ángela Ramos fue una de las primeras periodistas peruanas. Progresista, simpatizó con el naciente comunismo peruano de José Carlos Mariátegui, y mantuvo una posición feminista que defendió con aguda inteligencia y sentido del humor.

Pero también participó en el cine peruano. En efecto, en 1927, tras haber realizado la fotografía de Luis Pardo, el italiano Pedro Sambarino inició la realización de una película y llamó a Ángela Ramos para la elaboración del guión. Sambarino venía de La Paz, donde había dirigido Corazón aymara, primer largometraje boliviano. En esa película, a juzgar por las crónicas de la época, encontramos algunos de los elementos que interesaban al productor y director: la mezcla de ficción y documental, una historia de amor en un ambiente local y característico, simpatías indigenistas. Entonces no es raro que Sambarino recurriese a Ramos; además la escritora no era ajena al cine: durante algún tiempo había redactado los largos resúmenes de películas que funjían de publicidad en la prensa diaria, y en algún cuento había flirteado con la idea de trabajar para el cine.

El carnaval del amor: José Luis Romero en escena campesina
El carnaval del amor: José Luis Romero en escena campesina
El carnaval del amor
El carnaval del amor: corsos y serpentinas

 
En El carnaval del amor, reecontramos la oposición campo-ciudad en la que el campo representa la inocencia (y la mujer) y la ciudad la corrupción, la falsedad y al hombre, pero con una variación progresista: aquí la protagonista no es una chica ingenua sino una profesora, símbolo del progreso, que viene de la ciudad y es ganada por el campo, en la persona de un hacendado que quiere llevar el bienestar y la educación a sus campesinos. Allí donde el romance y la pérdida de la virtud eran vistos de un modo folletinesco en el cine de Santana, El carnaval del amor parece haber privilegiado una óptica pintoresca, humorística y cotidiana, con fuertes acentos descriptivos. La publicidad del filme enfatizaba, más que el romance, el aspecto social, y la escena más melodramática queda reducida a un sueño.

La película tardó más de dos años en estrenarse, y podemos suponer que el éxito de Los abismos de la vida le permitió encontrar sala en febrero de 1930.
La critica fue favorable; incluso los diarios que no habían participado de la promoción de la película hablaron de ella positivamente.

El Carnaval del Amor es (...), la mejor película nacional editada hasta ahora, pese a la pretenciosa La Perricholi, película churrigueresca. Exalta nuestros valores campesinos y ciudadanos. Presenta una Lima hermosa, cierta, sin exageraciones. Un campo fecundo, con hombres fuertes y de trabajo. Exalta nuestros mejores valores, nuestras riquezas, nuestros paisajes. A nuestra buena gente campesina.
En cuanto a su argumento, es agradable, bien llevado. Si no tiene primeros términos, es porque no tenemos todavía “studios” completos; pero ya vendrá con el tiempo.
Creemos cumplir con una misión de bien recomendando esta película que exalta nuestras costumbres sanas y nuestra música, nuestra poesía, así como a muchos valores nobles de nuestra nacionalidad. Es en este sentido en que debe hacerse cinematografía nacional. Cinema peruano, de exaltación de nuestras bellezas y riquezas morales, espirituales, económicas, artísticas, materiales. Esto es "conocer y hacer conocer, etc...

[“Revista del Touring Club Peruano”, enero de 1930].

–Me gustan las películas reales; las de argumento pasional son para mí insufribles.
–¿Quieres ver una película nacional en la que hay realidad? Ve a ver El carnaval del amor. Mira: hay Lima antigua y moderna, hay ganaderías, hay corridas de toros, hay fiesta chacarera.

[Fausto Gastañeta, “El Comercio”, 19 febrero 1930]

Da la impresión de que Ángela Ramos supo encontrar el tono, despegado e irónico, para nacionalizar el género en modo de hacerlo, en combinación con la vena documental de Sambarino, creíble para el público limeño de clase media. Como las otras pioneras peruanas, ante la inexistencia de una industria, ésta también se convirtió en una experiencia sin continuación.


Mario Lucioni & Irela Núñez

Bibliografía:

Ricardo Bedoya, Un cine. reencontrado : diccionario ilustrado de las películas peruanas. Lima : Universidad de Lima, Fondo de Desarrollo Editorial, 1997
Ricardo Bedoya, 100 Años de cine en el Perú: una historia crítica. Lima: Universidad de Lima e Instituto de Cooperación Iberoamericana, 1992
Giancarlo Carbone (editor). El Cine en el Perú, 1897-1950: testimonios / Lima: Universidad de Lima, 1991.

Mario Lucioni, “Pedro Sambarino, un pionero trashumante”, En: El Refugio revista de cine, 1992, año 1, nº 3, pp. 51-60.
Pedro Susz, La campaña del Chaco (el ocaso del cine silente boliviano). La Paz: Ed. Universitaria, 1991
Pedro Susz, Filmo-deografía boliviana básica (1904 - 1990). La Paz: Ed. Cinemateca Boliviana, 1991
Variedades 1913
Diarios y revistas de la época.

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