Celebrando el cine mudo peruano
por Mario Lucioni Guerra

26 de diciembre de 1895: primera sesión (pagada, agregaría Godard) del Cinematógrafo de los hermanos Lumière.

2 de enero de 1897: primera exhibición de imágenes fotográficas en movimiento en el Perú. Es decir, poco más de un año y un mes de después. Más tardó en llegarnos la televisión!






estrasburgo 
Jardín Estrasburgo. Aquí, el 2 de enero de 1897, comenzó todo
Como el proyector servía también de cámara, es probable que muy pronto se realizaran las primeras imágenes del país con el nuevo medio.  Los primeros registros periodísticos del hecho indican el año de 1899 con vistas de la Catedral de Lima, el camino a la Oroya y Chanchamayo. Aparecen, tempranamente, el tributo a la sociedad limeña; el entusiasmo fotográfico por un paisaje en movimiento vertiginoso cuya composición  se recompone permanentemente; y el testimonio  de la colonización de un espacio (en general, la provincia) que en nuestro imaginario limeño era casi extranjero. proyeccionista
Operador a manivela

Más adelante, en la medida en que el cine dejara de ser una novedad eventual y se convirtiera en algo más que un entretenimiento habitual, una pequeña producción de noticieros y documentales haría su aparición, generalmente ligada a las empresas exhibidoras o a establecimientos de explotación comercial, agrícola o minera. Para las primeras se trataba de ofrecer un surplus en la competencia con otras salas: un cóctel que incluia imágenes de los "ellos y ellas" de la época, algunos paisajes del interior, el retrato de un país que avanza y, cada vez con mayor frecuencia, los rostros del poder en inauguraciones, ceremonias públicas y olor de multitud. Para los segundos se trata de hacerse publicidad, de colonizar por la imagen sus territorios ganados al interior: la selva, las minas.
Lo principal de la producción muda del cine peruano se inscribe en esos registros. Ello es lógico, en una época en que no existe la televisión. Pero dicha producción resulta relativamente abundante, en especial en algunos períodos.




Foto de publico en el Cine Excelsior
Espectadores en el cine Excelsior

El primero es el que va de 1909 a 1912, y tiene como protagonista a Jorge Enrique Goitizolo. En esa época en que el fotógrafo es casi el director, Goitizolo filmará las primeras actualidades memorables del cine nacional, verdadero catálogo de lo que cierta élite limeña consideraba importante: toros, ceremonias militares, carreras, los vuelos de Tenaud y Bielovucic, el carnaval y los paseos por los balnearios.

Y como todo éxito engendra su emulación, otras empresas entraron en el campo, a veces con una visión más periodística; es el caso de la Compañía Internacional Cinematográfica con Fernando Lund, que filma Un viaje por el sur del Perú y parte de Bolivia, además de regatas, instalaciones hidroeléctricas en Chosica; del Cine Olimpo que registra El paro general de Lima y la huelga de Vitarte, y El último combate de las tropas del gobierno con los revolucionarios de don Orestes Ferro: Los sucesos de Piura y el combate del río Chira.


chorrillos

El Presidente Leguía en Las grandes maniobras de la Escuela Militar de Chorrillos (Diciembre 25 de 1910)

Incluso el cine argumental nacional nace en 1913 como parte de la competencia entre dos cadenas de exhibición. Son los filmes de corta duración Negocio al agua (Jorge Goitizolo/Federico Blume, 1913) y Del manicomio al matrimonio (Fernando Lund/María Isabel Sánchez Concha, 1913). Lamentablemente, luego una de las empresas fue absorbida por la otra, provocando la casi desaparición de los noticieros cinematográficos peruanos.

foto de la pelicula del manicomio al matrimonio
Del manicomio al matrimonio (Fernando Lund / María Isabel Sánchez Concha, 1913)

1921, año de la Independencia, es una fecha clave en la autoreflexión nacional, que se traduce en largometrajes documentales como El Oriente Peruano y La vida de la hacienda Chiclín en el écran, así como en el renacimiento de las actualidades que alcanzan su culminación en las series de noticieros numerados como la Revista de Actualidades Limeñas de Cinematográfica Mundial (1925) y la Revista Excelsior de Actualidades Peruanas (1924-25). Una producción relativamente abundante (a veces más de uno a la semana) cuyo paradero nos es hoy mayormente desconocido.

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Las ciudades del Perú (Inca Film, 1927)

Por el lado de la ficción esos mismos años ven el nacimiento del que podemos considerar el primer largometraje nacional, Camino de la Venganza (Narciso Rada y Luis Ugarte, 1922).

El film narra la historia de un pueblo minero que sufre los abusos del ingeniero inglés Mc Donald, quien al ser despedido de su cargo, se lleva consigo a la inocente Juanacha a quien intenta corromper con las diversiones de Lima, hasta que es vengada por el esposo de María, la mujer asesinada por Mc Donald.

En ese sentido, Camino de la venganza acomoda una vertiente del cine melodramático de los veinte a la división entre ciudad y ande que excita la imaginación y la cultura peruanas de la década. En consecuencia, el ande representará la virtud originaria y lo femenino; la ciudad, el pecado, la modernidad y lo masculino. Esquema que se repite con diferentes matices en una parte del cine mudo latinoamericano; y más específicamente en varias otras películas peruanas.

Sin embargo, la idea de Camino de la venganza como primer largometraje argumental peruano sufrirá a causa de una exhibición limitada, siéndole arrebatado ese título, en el recuerdo periodístico y popular por la exitosa Luis Pardo (Enrique Cornejo Villanueva, 1927). Filme de aventuras luminoso y optimista, de persecuciones y puñetazos, supo aquilatar (como mas tarde Amauta Films) lo que había en el elemento melodramático, con sus líos familiares y su preocupación por el parentesco, que permitía la identificación del público.

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Luis Pardo. La historia del bandolero ofrecía la dosis precisa de romanticismo y aventura necesarias para su trasvase al cine. Enrique Cornejo Villanueva no sólo dirigió el que por mucho tiempo sería recordado como el primer largometraje peruano, sino que también se convirtió en héroe, protagonizándolo.

También del pasado nacional que comenzaba a convertirse en leyenda (o en fantasma de deseo) parte la superproducción del cine mudo peruano: La Perricholi (Enzo Longhi, 1928).

Primera pelicula en ser saludada por la cultura oficial (con la que mantenía fuertes vínculos) y en ser motivo de sendos artículos en la prensa revisteril cinematográfica extranjera, La Perricholi ofreció lujo en los decorados y vestimentas, riqueza en los detalles, sofisticación en la composición y un universo prestigioso. La intelectualidad de izquierda, imbuida de indigenismo, la despreció casi con indiferencia en Amauta o Mundial; y Basadre la atacó (por la elección del tema, frívolo y cortesano) en la revista puneña Boletín Titicaca en un artículo que no ha sido incluido en su bibliografía (de hecho, Basadre vió claramente hasta que punto para el hispanismo anti-indígena la colonia se convertia en una "edad dorada").


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La Perricholi. Estrenada el 13 de setiembre de 1928, es la película muda que más conocemos. En la foto: Un curioso grupo teatral incaico

El año siguiente marca el inicio del corto boom del cine mudo peruano: 9 largos de ficción en 15 meses!

En la base de este boom está un filme dirigido por una mujer: Los abismos de la vida (Stefania Socha, 1929) y el impulso emprendedor del cineasta chileno Alberto Santana. Si el segundo venía de su país con una amplia filmografía a cuestas, y había ya comenzado a filmar su sentimental imitación de Charlot Como Chaplin, convirtiéndose pronto en el más prolífico director del período, parece claro que el éxito del melodrama realizado por su competidora lo llevó a seguir ese camino para sus siguientes proyectos. Llega así, a comienzos de 1930, a producir el fenómeno de Mientras Lima duerme, que pese a las protestas periodísticas, estuvo en cartelera más tiempo que la mayor parte de estrenos extranjeros, logró imponer en Pia Findelberg a una especie de "estrella" local y dió inicio a una breve ola de cine peruano. En efecto, gracias a ese éxito, Pedro Sambarino logra estrenar en febrero su El Carnaval del amor, en realización desde fines de 1927. Fotógrafo y laboratorista de origen italiano, con una carrera previa en Argentina y Bolivia, en el Perú había realizado la fotografía de Luis Pardo. Pero a diferencia de Santana, que no ahorraba vivezas para ahorrar, incluyendo el recurso de los talleres de actuación para conseguir artistas que no sólo no le costaran sino que aún más pagaran por salir en el filme, Sambarino quiso realizar un esfuerzo serio, contratando a actores de teatro, buscando para el guión a una intelectual de prestigio como Angela Ramos. Ese esfuerzo tuvo su correspondiente en un estilo de mayor realismo y ligereza para el melodrama que, una vez más, oponía ciudad y campo. De acuerdo a las fotos que han quedado, da la impresión que los filtros de cámara enfatizaban la sensualidad y decadencia de la ciudad durante el carnaval, y en cambio suavizaban la rudeza del campo en la cosecha o la pachamanca.


carnaval11El Carnaval del amor se estrenó el 9 de febrero de 1930. Dirigida por Pedro Sambarino, con fotografía del mismo, se basó en un argumento original de Angela Ramos de Rotalde. A juzgar por las fotos, en esta película, la oposición entre el campo y la ciudad no se limitaba a servir de marco a la trama sentimental, y se plasmaba en dos estéticas totalmente diferentes. La estilización de las máscaras y la luz, en el carnaval capitalino, y el tono documental en las escenas del campo, por primera vez en la ficción cinematográfica nacional.

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Como Chaplin es el primer filme del chileno Alberto Santana en el Perú, y se estrenó el 25 de octubre de 1929.
Su protagonista fue Rodolfo Areu, actor de variedades cuya especialidad era la imitación de Charlot.

Otros títulos sugestivos seguirían, varios del propio Santana (Alma Peruana, Las chicas del Jirón de la Unión); por su parte Mussetto, primero actor de Santana, participaría en la realización de La última lágrima junto a Florentino Iglesias, y solo, dirigiría La banda del zorro. A fines de año aparecen algunos filmes, La huérfana de Ate, Dios, hombre y Satanás, de las que poco se sabe y que cierran esta corta bonanza.

Si hay que lamentar su ausencia de nuestros archivos fílmicos, no es sólo por nostalgia imposible, por nuestra dificultad de imaginarlos poniendo en escena ficciones híbridas; es porque este cine resultó presumiblemente torpe pero creativo, en su enfrentamiento simultáneo al género (que le aseguraba un modelo y una relación con el público) y a la realidad, que lo justificaba en términos de nacionalidad y que formaba parte de sus aspiraciones. Por lo que ha podido verse en una parte del cine latinoamericano mudo, por lo que transparenta de algunos comentarios de prensa, la tensión entre lo fílmico y lo real se traduce en una presencia inusitada de las secuencias semidocumentales y, aparentemente, en una relativa desdramatización.

ovaladaAlma peruana (Alberto Santana, 1930): El encuentro de Pia Findelberg y Max Serrano en la cárcel.
Como si los directores, o el público, sintiesen que los excesos melodramáticos son posibles en esos mundos de lujo increíble que el cine extranjero representa, no en la modestia escenográfica del cine peruano, y especialmente no en la realidad limeña (que siente horror de los excesos). Es lo que los críticos de la época elogian en El Carnaval del Amor, es lo que hoy podemos ver de Yo perdí mi corazón en Lima: una estética de lo superficial.


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Aviso periodístico de Yo perdí mi corazón en Lima. Narró la historia de las novias que quedan solas cuando sus parejas viajan a la guerra por el conflicto con Colombia. Se estrenó el 13 de junio de 1933, el mismo año del conflicto.
Pero, como se ha dicho, nuestro cine mudo llegó muy tarde. En 1930 nos llegó la crisis estadounidense del 29; el cine sonoro; la caída estrepitosa de Leguía, que volvió irrelevante todo lo demás. De ahí en adelante, lo que quedó a los cineastas peruanos fue la lucha por el sonoro, que tomará hasta 1934, año de Inca Cuzco, Resaca y Las cosas de la vida.